sábado, 17 de enero de 2009

domingo, 11 de enero de 2009

Dime qué te gusta...

Escribo este post dado el inevitable hecho de que uno de mis amigos se someterá en cuestión de horas a una cirugía. Cabe obviar que se trata de una cirugía estética, pues ahora, un enormísimo número de las intervenciones quirúrgicas que se realizan en el mundo pretenden mejorar la apariencia física de las personas.

El susodicho en cuestión es, a mi consideración –obviemos nuevamente mi, en ocasiones, mal gusto- uno de mis amigos más apuestos. Quizás el más bello de todos. Sin embargo, tiene en su haber dos cirugías previas –naturalmente, no he de develar en qué parte de su anatomía- y ésta será la tercera, y según él, la última.

No pretendo caer en el lugar común en el que muchos confluyen. Que la belleza es relativa, que en realidad es falta de autoestima, que no hay por qué seguir los cánones occidentales de “belleza”, etcétera.

Pero, si todo esto es cierto, entonces por qué existen estudios que aseguran que las personas “bellas” ganan más??? –ya no decir que se divierten más-. Recientemente un haitiano se suicido por considerarse “feo”.

Considero yo, que todas las personas, en algún momento de su vida, son bellas. Quizás a los pocos días de nacidos –absolutamente TODOS los recién nacidos son horribles, pues pasar nueve meses dentro de líquido te deja, cuando menos, hinchado- Quizás durante la juventud, una vez superada la edad del “patio feo”; o en la vejez, cuando las canas y las arrugas dan personalidad y producen un magnetismo irreductible. Otros pueden ser guapos casi toda su vida, pero nunca falta ese pequeño detalle que les impide convertirse en modelos de dioses griegos.

Ejemplares de este tipo abundan, en la Universidad, tenía una amiga con un rostro que parecía cincelado por Michelangelo… Pero un cuerpo que parecía pintado por Rubens –era gorda, pues-. O el asiduo al gimnasio con un torso hercúleo, y piernas debiluchas. Ser toda una fotografía viva arrancada de la Vogue francesa, pero sin tetas –y sin tetas no hay paraíso, dicen los que saben-. O ser una nueva versión del Narciso metrosexual, y tener una pequeñísima ya-saben-qué.

Personalmente, no me importan tanto las “Bellezas”. Lo que realmente me gusta –y seduce- son las personas Inteligentes. Para mí, los buenos conversadores son unas bellezas porque lo que adoro en realidad son las buenas conversaciones. La palabra misma demuestra por qué prefiero los Inteligentes a las Bellezas; Los Inteligentes hacen algo; las Bellezas son algo. Lo cual no tiene por qué estar mal, pero simplemente no sé lo que son. Es mucho más divertido estar con gente que hace cosas.

jueves, 1 de enero de 2009